(Publicado en El Mundo de León, el 22/01/2012)
En el último cuarto del siglo XIX Ambrose Bierce alumbró una de las series más populares y memorables del periodismo, aunque lo hiciera en los rotativos de Hearst, emblema de la prensa amarilla: el "Diccionario del diablo". Hoy día, convertida aquella en un célebre libro donde se desgranan todo tipo de términos con una definición punzante, ácida y satírica nunca exenta de propiedad, quizás mereciera reanudarse tan lúcida ocupación. Sin ánimo ni capacidad para rivalizar o afrontar ese reto, y además ahora que las palabras sufren desgastes y deformaciones que se remontan a décadas de vaguedad y abuso, creo que el nuevo rostro de Lucifer son ciertas frases hechas. Y no me refiero sólo a las consabidas y consolidadas parejas del tipo "instituciones penitenciarias" -¿cárcel o cofradía?-, "cumbre europea" -¿el Mont Blanc?- o "grandes superficies" -¿el Sahara, Gobi...?-, etc. sino a más recientes e inquietantes incorporaciones. Veamos algunas a modo de muestra. "Crecimiento negativo", debe ser eso que los mortales llamamos mengua, José Mota dice merme, y que, en fin, crecimiento no es. "Refinanciación de la deuda", o sea, más deuda para después. "Nerviosismo de los mercados", que es cuando unos pocos se alteran de alegría porque ganan mucho y otros (la inmensa mayoría) se alteran de indignación porque les están dejando sin blanca. "Reajuste salarial" o "reforma laboral", es decir, menos sueldo para los que menos ganan. Y más paro. Y los demás ni se dan por aludidos. O "Reestructuración de plantilla", esto es, a la calle los que menos cobran; los otros siguen estructurados. En fin, "préstamo interbancario" debe ser que los bancos se dejan entre ellos nuestro dinero, pero a nosotros no.
También está "El discurso del rey", que es el contenido exegético de los informativos el día que no hay prensa escrita (luego se sigue con lo serio), y también una película sobre un rey que no quiere hablar en público, pero van y le curan, qué torpes. "Judicialización de la política", dícese cuando algunos políticos deberían ser llamados otras cosas, que los jueces decidirán si pueden escribirse aquí sin añadir el mefistofélico adjetivo "presunto". O "Cambio de liderazgo", que es como eso de "a entrenador nuevo victoria segura", y tiene los mismos efectos que en el Atlético de Madrid. A propósito, "Partido del siglo" es ese espectáculo que se lleva a cabo una vez al mes, a veces más a menudo, como sucede con los "máximos y mínimos históricos" de lo que sea, que suceden cada día. Y así sigue la cosa: una "Misión de paz" es una guerra lejos de casa; y aunque de las "Previsiones económicas a largo plazo" no tengo ni idea (ni yo ni nadie), los "países emergentes" son aquellos que se verán menos anegados por la inminente subida del nivel del mar y, por el contrario, algunas islas del Pacífico serían los países sumergentes. Podría continuarse ad infinitum pero ya dije que no soy Bierce. Porque en definitiva, esta exuberante lista se basa en dos figuras retóricas de moda: el oxímoron y el eufemismo. La primera une contrarios para que nos acostumbremos al absurdo fraudulento que gobierna el mundo, ergo un tonto con un enorme fajo de billetes: el timo de
Luis Grau Lobo