(Publicado en El Mundo de León, el 29/5/2011).
Puesto que tema estelar (y fugaz), vayamos allá con un repaso alicorto a los resultados electorales, apenas una frasecita o máxima que los defina, que esto es una columna de prensa y tiene restricciones de espacio.
Lo del revolcón del PSOE es fácil: por el mismo precio, se prefiere el original. Si resulta que no hay una salida a la izquierda de la crisis, si los socialistas van a hacer políticas de derechas, entonces se vota a los que las hacen sin disimular y ya está. Ya era absurdo que los partidos conservadores de toda Europa se hayan beneficiado de una crisis que deriva precisamente de políticas de derechas, así que esto no es más que la prolongación de la lógica de ese absurdo en el que nos instalamos para apuntalar nuestra inconsciencia acomodaticia. Además, el millón y medio de ex-votantes socialistas no se ha ido al PP, sino a la busca, tal vez, de otras políticas.
Algo así, por introducir la nota local, le ha pasado a los leonesistas de la UPL, pues aparte de su carácter accesorio, prescindible cuando las cosas se ponen mal, han dado tantos bandazos históricos pactando con unos y con otros que, al final, el votante se pregunta si no será mejor elegir directamente al que a la postre va a mandar.
Respecto al PP: ¿el que resiste gana? Durante estos años de crisis no han hecho otra cosa que agazaparse ("de perfil bajo" le dicen a su líder cuando mete la cabeza bajo tierra) y capear el temporal interno, podredumbres incluidas, con el aventamiento de la famosa frase chiquitistaní "está la cosa muy malita". Poco más. Por eso apenas han subido medio millón de votos, y ni siquiera en Castilla y León tienen más votos que la última vez. Eso sí, se benefician (al contrario que los socialistas) de la falta de alternativas en su espectro político. Y, ojo, que cuando las hay, les sucede algo similar o más acusado aún, que se quedan sin votos; bien de una manera novedosa y vergonzante (Álvarez Cascos, Ismael Álvarez...), bien de la forma tradicional y respetable (UPN, PNV, CiU...).
Por otro lado, Bildu: a cara o cruz. Una oportunidad única en la que el PSOE en mayor medida que otros ha sacrificado poder y crédito. Si el envite sale bien, quizás sea la mejor noticia del 22M. Si sale mal,
IU no sabe ni contesta, perdida en esa tierra de nadie entre cuestionar a unos, donde encuentra su nicho natural, o cerrar el paso a los otros, su acción política natural. Y para muestra, el dilema extremeño. Y encima se siente llamada a gestionar el dominio ideológico del 15M, como si alguien lo pidiera...
Y al fin, el movimiento 15M, o sobre cómo retirarse a tiempo. Ha sido lo más fresco y original de la campaña, y televisiones y prensa en general le han dedicado gran atención, aunque no haya influido en los resultados (cosa que tampoco pretendían), para desencanto de quienes bramaban por la represión policial de lo que consideraban amenaza a un proceso democrático limpio. Sin embargo, varado entre un cierto regusto sesentayochista pasado por las redes sociales y los campamentos de
En fin, balance: entre sucedáneos, envoltorios, imitaciones, placebos y alguna ilusión rota en plena calle, esto de las elecciones cada vez se parece más a las estanterías de los supermercados: atiborradas, sí, pero de una decepcionante sensación de vacío.
Luis Grau Lobo
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