(Publicado el El Mundo de León, el 5/12//2010)
Hace ya algunos años, el mundo se dividió (una vez más) entre aquellos que se tronchaban con un nuevo programa televisivo, "La hora chanante", y los que no le veían maldita
Triunfaron a pesar de sí mismos, poco a poco, como se triunfa de verdad, sin reparar en un horario cafre o el canal temático que lo emitía. Y repitieron con otra cabecera pero el mismo esquema, "Muchachada Nui", en La 2, esa cadena que ven los que no ven
Museo coconut, por tratarse de una historia verosímil rota por gags, nos defrauda porque se queda corto, va menos allá que la propia realidad, resulta menos absurdo que lo que leemos todos los días en los periódicos. El mundo no es coconut, es chanante. Y no sólo en el terreno de los museos (por hacer honor al título), donde, por citar un ejemplo, el gobierno vasco se va a gastar un pastón en uno nuevo, el Museo del chacolí, mientras Chillida Leku tiene que cerrar por quiebra. La realidad está entretejida de esta insensatez, ya sea el Papa y sus condones de ocasión, el famoso "tigre irlandés" travestido en gato de angora o lo de hacerle test de estrés a una banca que debería responder al de Rorschach... ¿Qué importa la lógica? En resumen, si nos bajan el sueldo o la pensión o vamos al paro para conseguir que financieros y especuladores nos sigan atracando y nos vendan las motos que nos venden y no tenemos más remedio que comprarlas a sabiendas de lo que son y a precios descabellados, no podemos más que reírnos de todo. Pongan cualquier vídeo de la pasada campaña catalana y sabrán de qué hablo. O lean las revelaciones de Wikileaks, que para sí quisiera Homer Simpson....
Cada época tiene sus cómicos, su particular sentido del humor. En los años de la Gran depresión los hermanos Marx triunfaron con una visión absurda de la realidad, porque sólo el absurdo podía explicar dónde habían ido a parar las cosas tras los felices Veinte. Sólo el absurdo, que triunfaría después en su faceta más circunspecta también en la literatura y el arte, permitía al mismo tiempo habitar aquella sinrazón y liberarse de ella. Si había que esperar a Godot, al menos se hacía tomando una buena sopa de ganso.
Ahora pasa otro tanto, pero con la salvedad de que nadie se arroja por la ventana de un rascacielos de Manhattan. Y la cosa continúa como si nada. Aunque, eso sí, muchos parecen entregados a la filosofía marxista (
Ps. Dicho sea en recuerdo de Leslie Nielsen, fallecido esta semana.
Luis Grau Lobo
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