(Publicado en El Mundo de León el 15 de agosto de 2010)
Es agosto, hay licencia. Repasemos cómo va el verano en esta tierra de estiajes. Todo comenzó, como es tradición en el viejo Reino, con fiestas locales, en
Poco después, para atizar los actos estivales de la efeméride, el municipio se empeñó en recrear las máquinas de asedio históricas y emplearlas para el riego de macetas de geranios pródigamente sembradas en las calles de paseo. Una plataforma mecánica que rueda sobre las maltrechas baldosas peatonales se exhibe, a primera hora de las mañanas, para uso y disfrute del respetable vecindario, fulminantemente sobresaltado por tamaño asalto a sus balcones, regadera en ristre. Y además, es barato. Que dice el concejal del ramo (nótese lo oportuno de esta expresión) que sale tirado. Misterios del armamento medieval.
Avanzado el mes, asistimos a la inauguración de una exposición que ha costado cuatrocientos mil eurazos de vellón (con la que está cayendo, que según dicen algunos también es culpa de uno de León). La muestra se adorna de maniquís disfrazados e imitaciones de escayola y otros materiales menos tradicionales. Atrezzo. Y se titula "El legado de un reino", toda una confesión.
Ah, León, cuna del parlamentarismo y de la pesca con mosca.
En el tortuoso y sin embargo bien prestoso camino hacia las 1100 ocurrencias de la celebración, llegamos, cómo no, al Guinness, por obra, gracia y riñones de los pendones que, como su nombre refiere en buen lleonés provenzal, consisten en palo en alto, tela gruesa y mozo fornido, deseablemente ataviado para la ocasión con camiseta de la peña o fajín (media etiqueta rural).
Aunque para Guinness lo de la concejalía de urbanismo: empiezan unas obras que no tienen permisos de esos que ellos mismos piden para dar otros permisos. La plaza de Santo Domingo no será bien de interés cultural, pero para estudio antropológico sí da juego. A lo mejor es que la cosa era también un acto conmemorativo: de cómo se hacían trincheras en caso necesario (ya se sabe, guerras y demás) y luego se volvían a llenar. De todas formas es un déjà vu: para celebrar el final de legislatura, los juzgados siempre paralizan una obra municipal de las gordas: ¿se acuerdan del aparcamiento subterráneo en la plaza de la Inmaculada?.
Y, un domingo de estos, el rey de León, que también es el de España (ya saben, sin León habría tan poquitas cosas), se lo dijo al oído a una estatua de madera chapada en plata: "Apóstol Santiago sácanos de la crisis, anda". Como en los mejores tiempos de Fernando II y la cruzada, oiga.
Por otra parte, perdimos una ocasión de oro para salir en todos los telediarios a costa de prohibir los toros. Y es que sólo matando el gocho, previo aturdimiento, no hemos logrado la repercusión merecida... estos catalanes siempre con
Por lo demás, en los exteriores del Reino hace calor, pero aquí no tanto, "aquí se está muy bien en agosto", frase que ya se atribuye a Vermudo el gotoso. Moscú, como Sevilla, a casi cuarenta grados. En fin, algunas voces lo vienen reclamando ya, y un servidor lo suscribe: Rodera, cronista oficial.
Luis Grau Lobo
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